¿Cuánto sabes de la huella de carbono?

Si buscamos “huella de carbono” en Google aparecen más de 19 millones de resultados. Es un concepto que, con el paso de los años, ha despertado cada vez más interés en la sociedad y que se considera clave en la lucha contra el cambio climático. Se empezó a popularizar a comienzos de este siglo (2003), cuando una compañía petrolera realizó una campaña publicitaria invitando a los ciudadanos a calcular su huella de carbono personal y buscar alternativas para reducirla.

Es frecuente encontrar una gran cantidad de información sobre la huella de carbono, pero ¿realmente sabemos qué significa y cuál es su importancia? Veamos. Lo primero es aclarar que se denomina huella de carbono porque el CO₂ es el más abundante de los gases de efecto invernadero (GEI) causantes del calentamiento global, pero también se incluyen otros como el metano (CH₄), óxido de nitrógeno (N₂O), los hidrofluorocarburos (HFCs), los perfluororcarburos (PFCs) o el hexafluoruro de azufre (SF₆).

Aunque la propia naturaleza produce gases de efecto invernadero, lo cierto es que la actividad humana es la principal responsable de la emisión desproporcionada de este tipo de gases, que retienen el calor en la atmósfera de la Tierra y contribuyen al aumento de las temperaturas, el deshielo de los polos, las inundaciones a gran escala, los huracanes más intensos, entre otros efectos. Es por ello que identificar cuáles son las acciones del hombre que emiten más GEI a la atmósfera es el primer paso para buscar alternativas menos contaminantes.

Precisamente, el volumen total de GEI que se produce como consecuencia de una actividad humana -directa o indirecta- es lo que se conoce como huella de carbono. Sectores como la agricultura o el transporte, que hacen parte de la vida cotidiana de las personas, son grandes emisores de CO₂, por ejemplo.

Con pequeños cambios en los hábitos diarios es posible contribuir con la disminución de la huella de carbono de cada persona. Algunas opciones son: reducir las fugas de calor o frío en los hogares utilizando el aislamiento térmico adecuado, instalar electrodomésticos con etiqueta de eficiencia energética, utilizar con más frecuencia el transporte público o realizar trayectos en bicicleta o a pie siempre que sea posible. Son apenas algunas de las tantas alternativas para disminuir las emisiones de carbono en el día a día.